El feminismo en las masas

Nunca en la historia del feminismo, esta doctrina había sido tan difundida en los medios de comunicación y entre las masas. Será el paso a paso que den las colectivas que iniciaron la lucha declarada al sistema patriarcal, el parteaguas para definir qué es y en qué beneficia este concepto.

En la era de la hiperinformación, el término ya ha sido objetado, denigrado, abominado o ensalzado, sin que sus detractores o simpatizantes se hayan preocupado por comprender cómo surgió y cuáles son algunas de sus tendencias actuales.

Feminismo, que hasta hace dos décadas daba cierta desconfianza, se ha vuelto el refugio conceptual que esperaron por mucho tiempo diversas generaciones de mujeres en México y en el mundo, para defender los derechos de ellas o de sus familiares.

La contraposición repulsa-simpatía que provoca el término feminismo cuando se aborda en las acciones de las colectivas de mujeres, se da con semejante rapidez con que ocurre la comunicación virtual.

Un acierto es que las colectivas han tomado el feminismo como la bandera de identidad para sus demandas. Hasta ahí es un fruto que otorga esta teoría, en la búsqueda genuina de romper los atavismos sociales a los que han estado sometidas las féminas.

Al mismo tiempo la corriente teórica se vuelve en el uso común una bolsa donde se depositan frustraciones de diversa índole, incluso aquellas que repelen a otras trincheras, como la de las personas transgénero, o las religiosas, etcétera, que tienen sus propias lógicas y motivos. Se podría caer incluso en la contradicción del autoritarismo en el intento por defender una bandera propia.

En entrevista, una de las integrantes de red de redes de colectivas feministas, Leonor Ocampo, señaló que estas reacciones pueden responder al hartazgo y la necesidad de romper prácticas que han silenciado a las mujeres, durante siglos de opresión.

“No estoy a favor de ningún discurso de odio, independientemente de su sexo y cultura, todas y todos tenemos derechos que deben ser garantizados, pero no a partir del desdibujamiento de las y los demás…”, mencionó Leonor.

Fueron los movimientos en redes sociales “Yo también” y posteriormente “Yo sí te creo”, que empezaron hace aproximadamente tres años, aquellos que se volcaron al uso del término feminismo.

En la cultura mexicana mediatizada por el consumo de productos de entretenimiento norteamericanos, no sólo fue la postura feminista de figuras del cine hollywoodense como Emma Watson, Natalie Portman o Jennifer Aniston, la que alentó un movimiento masivo de feministas, sino también el antecedente que sentó el cine con temáticas en donde se advierten cambios en los roles de las mujeres, desde los albores del siglo XXI.

Incluso las películas dirigidas a la infancia atravesaron por dicha transformación. La Cenicienta dejó de presentarse como la mujer abnegada y al mismo tiempo premiada con un final en feliz matrimonio con el príncipe azul; la trama, ahora, se retomó con personajes que demuestran sus debilidades y un largo etcétera de contradicciones y dramas.

Como esta historia, Hollywood ha reconstruido un sinfín de propuestas en donde la mujer sale de la sombra y toma control de su vida y decisiones, aun cuando ello represente romper esquemas sociales o políticos de la sociedad occidental, como en la reciente historia de la Mujer maravilla.

Toda esta carga ideológica que llega a las conciencias masivamente, lo hace bajo tres constantes: 1. El empoderamiento de las mujeres. 2. El maniqueísmo. 3. No hay un cambio en el sistema axiológico.

En los puntos dos y tres me refiero a que siempre hay buenos y malos; siempre hay un enemigo contra el cual se deberá librar una batalla: mujeres vs hombres, cuando en realidad en ocasiones en los personajes sólo hay un intercambio o suplantación de géneros en el o la líder que toma el control, pero no hay cambio de conciencia o de sistema político social, no hay una transformación axiológica.

Las protagonistas empoderadas también recurren a la violencia, como en su momento lo hicieron los varones; también son excluyentes con grupos minoritarios; también dejan entrever un delirio de persecución que la cultura caucásica arrastra desde hace muchos siglos; también deben acabar con algún extraño enemigo.

En la trágica realidad mexicana, la violencia de género trasciende la ficción, reflejando que la combinación de esta crudeza manifiesta en diversas instituciones del país, y el adoctrinamiento mediático posiblemente hayan disparado las protestas y colectivas de mujeres.

El trabajo que han comenzado las colectivas es benéfico para las libertades femeninas, hoy en una etapa de euforia necesaria y hasta sana contra los feminicidios y contra toda forma de violencia hacia mujeres, niñas y niños.

Sin embargo, en algún momento del camino iniciado los diversos feminismos suscitados podrían replantearse la readaptación de la sociedad agresora, sí, lo deberá hacer, para no caer en el círculo vicioso que nos sigue dando por alimento el cine anglosajón: el eterno enemigo al que se debe perseguir. Al final, en el cine, buenos y malos son al mismo tiempo hombres y mujeres, humanidad que merece tener un mejor mundo.

También se deberán replantear formas para evitar los fundamentalismos que hoy se critican. Leonor Ocampo, feminista de la red de colectivas feministas, iniciadora de movimientos en Toluca, mediante redes sociales, menciona que se deberá atender con más estudio y proximidad a las fuentes teóricas del feminismo, pero sobre todo se deberá recurrir a la preparación y documentación constante de las mujeres que generosamente ofrecen apoyo a víctimas de violencia. El estudio, más que el cine hollywoodense, representará una fortaleza inigualable para todas las mujeres.