Uno de los mayores riesgos que enfrentará el Estado de México en la transición de gobierno que está en ciernes es que esta no cuaje a pesar del claro y definitivo mensaje que mandaron los ciudadanos el pasado 4 de junio a través de las urnas. No desean un simple cambio de estafeta, sino un “cambio verdadero”, que fue de hecho la oferta ganadora.

Esto en sí mismo impone a la próxima titular del ejecutivo del Edomex, Delfina Gómez, una transformación profunda que si bien encontrará sus naturales resistencias, deberá ir más allá que un simple cambio en los nombres y el número de las estructuras de alto nivel que integrarán el próximo gabinete.

Recuerdo que en los últimos 15 años algunos mandatarios recurrieron a esa táctica tan priísta y panista, de simular el cambio tan solo cambiando los nombres de las dependencias gubernamentales, fusionar algunas secretarías, crear otras o rolar frecuentemente a sus titulares, como lo hizo Eruviel Ávila, para aparentar un cambio y que cumplían las promesas que de fondo nunca cumplían.

Cambiar todo de encimita para no cambiar nada, esa es la cuestión.

Recientemente un alto diputado de Morena reveló que planeaban en el equipo de transición cambiar algunas secretarias y fusionar otras de la nueva gestión que iniciará de manera formal el 16 de septiembre próximo y aunque no dio mayores detalles, al parecer el objetivo tiene que ver con hacer más eficiente el gasto que se administra desde el sector central y con ello generar ahorros considerables compactando estas estructuras.

Bueno, realmente no dijo para qué pero eso suponemos.

Esperemos sin embargo que estos primeros cambios que se anuncian realmente redunden en una mayor eficiencia y menor costo burocrático, pero también en una mejor atención ciudadana.

Si algo determinó a los ciudadanos a lanzar por la borda a su clase gobernante de oligarcas que los saquearon por casi 100 años consecutivos, es por las formas en que son tratados.

El divorcio ciudadano con su clase gobernante es claro, pues el gobierno se convirtió en una máquina para expoliarlos, mientras arriba se hacen grandes negocios con los recursos públicos. En este punto –además de los temas en atención ciudadana- es donde los ciudadanos esperan cambios verdaderos y para ello es urgente que también se impulsen acciones que le pongan freno y metan reversa a los mecanismos de corrupción y extracción de los recursos públicos a gran escala que se están dando.

Para ello será necesaria una reforma profunda en materia de corrupción, pues como bien lo comentó en algún momento durante la campaña Higinio Martínez Miranda, el Sistema Estatal Anticorrupción no solo es una enorme estructura ineficiente, sino que no resuelve ni ataca realmente este mal que es el peor y más grave que enfrenta la entidad mexiquense.

Reformas como la que propone la legisladora Mónica Álvarez –familiar de Ernesto Némer Álvarez- para que las “recomendaciones” que emite el Sistema Estatal Anticorrupción sean vinculantes, no resolverán de manera auténtica la corrupción. Solo será otro maquillaje más.

No recuerdo un solo caso –porque no existe claro- de saqueo a gran escala donde este sistema anticorrupción –que es en sí mismo tan fraudulento como lo que pretende abatir-, haya hecho un solo pronunciamiento o iniciado una sola acción para mandar al bote a saqueadores del erario, para ordenar una investigación sobre las enormes fortunas de los ex gobernadores o para de menos ordenar una investigación por la Estafa Maestra o la Casa Blanca. Nada.

Lo que propone la prima de Ernesto Nemer no le ayuda en nada a Delfina Gómez, en todo caso a simular mejor sí.

De hecho simular, es parte del problema. No, corrijo, es el problema…

Hasta la próxima.




Hasta la próxima