Alcalá de Henares, 28 de octubre.- La erupción del volcán de “La Palma” en las Islas Canarias ha figurado en las noticias locales desde hace más de un mes entero. Los ríos de lava son reportados en directo a todas horas por las cadenas de televisión más importantes de España, mientras la gente observa perpleja a la distancia, cómo sus propiedades y sueños desaparecen devorados bajo caprichosos ríos de magma que lenta y dolorosamente sepultan sus vidas como las conocían. El infierno en la tierra.

Más de siete mil personas han sido evacuadas y la erupción no para. La gente sale con lo básico dejando atrás el patrimonio de toda la vida. Así, adultos mayores, niños que no volverán nunca a sus escuelas y jóvenes que perderán sus lazos sociales en una etapa cuando más hacen falta, son forzados a abandonar sus inmuebles, casas heredadas por generaciones y llevando consigo apenas documentos y algo de ropa, no pueden hacer más cuando reciben la orden de desalojo, mientras cada minuto la lava avanza hacia ellos.

Poco a poco las cuadras, las manzanas, las comunidades o colonias van quedando completamente vacías para luego ser enterradas al capricho de la naturaleza en su forma más voraz. En el último minuto, la gente toma la decisión final, cuando entiende que sus esperanzas son fútiles y los caminos posibles son inexistentes.

Un Cracovia moderno que pese a todo el avance tecnológico del mundo, dejara estragos en miles de vidas.

Las noticias de México llegan como un eco. AMLO figura en el centro, pero muy lejos. Las noticias mexicanas que logran filtrarse hasta acá, en su mayoría no tienen hondura; ni remotamente, logran retratar el drama mexicano -y mexiquense- hundido en la corrupción política, la pobreza -causa de esa corrupción sistémica- y la impunidad crónica.

La ventaja de estar temporalmente en un otro país e incluso fuera del continente, permite medir y sentir con mayor claridad la gravedad de algunas de las problemáticas que vive el entrañable terruño que pese a todo se ama.

Solo a la lejanía, quizás por la distancia, quizá por un contexto que quita las preocupaciones derivadas de la inseguridad y carencias en casi todo -claro si no se forma parte de alguna élite-, es posible captar hasta que punto a los mexicanos y mexiquenses nos han quitado tanto y no hablo responsabilizando precisamente al presidente en turno, sino de lo que le heredaron y nos dejaron esos mismos que hoy reclaman como dementes.

Y es que a México nos devoran desde hace tanto otras muchas erupciones, mucho peores.

Luego leo como en Edomex sigue el show de la política local con el mismo escript que ya nos recetaron tres años, y tres más para atrás y otros tres antes, con esa “oposición” tan montada y tan ad hoc a los 90 años del PRI en la entidad, con un supuesto dirigente de Morena tan pro-PRI, tan pro-PAN, que no tiene empacho en repetir que combatirán la corrupción, cuando tres años antes -con inigualables circunstancias políticas para erradicarla- hizo tanto como igual a cero... y luego con un senador morenista que se victimiza ridículamente… como si no fueran tan evidentes las alianzas y las traiciones de donde vienen ambos.

Pienso a la distancia que los ciudadanos, seremos al final los que deberemos recomponer al Edomex y a otros estados del país, de a como se pueda y a nivel personal o comunal, pues por el momento, temo decirle, no hay por dónde.

Estoy en la tierra de Cervantes. Su legado atrae a cientos de visitantes cada fin de semana y a miles cada año para conocer el lugar donde nació y paso buena parte de su infancia. En toda España, no solo aquí, su figura y su obra -el Quijote de la Mancha-, son un referente que los ilumina como un auténtico faro, es inspiración y ruta. Como si todos los españoles continuarán avanzando por esos caminos de la Mancha que recorrió el más grande "alcaláino" como se llaman a si mismos quienes habitan estas tierras.

Pienso en el sueño de la “ínsula” que sostuvo a Sancho Panza al lado de su amo pese a todo. Nunca renunció a ella y cada que podía se la reclamaba a su amo, o lo menos, se la recordaba...

Así nosotras y nosotros. ¿Cuál es tu ínsula?

Tere Montaño