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Cogito Ergo Sum

El racismo y el odio, no sólo siguen existiendo. También lo han hecho desde siempre.

DOBLE FILO

Cogito Ergo Sum


Por: Héctor Castañeda







45.000 habitantes en Virginia, Estados Unidos, vivieron sus horas más oscuras el pasado 12 de agosto.

Charlottesville nos ha demostrado algo. Algo esencial y que siempre deberíamos tener en cuenta:

El racismo y el odio, no sólo siguen existiendo. También lo han hecho desde siempre.

Este municipio de 45.000 habitantes en Virginia, Estados Unidos, vivió sus horas más oscuras el pasado 12 de agosto.

La mayor marcha de supremacistas blancos en los últimos años en Estados Unidos, llevada a cabo en ese estado y con el pretexto del retiro de la estatua del general confederado Robert E. Lee, derivó en enfrentamientos con contramanifestantes que dejaron un muerto (una mujer de 32 años), al menos 34 heridos y un número indeterminado de arrestados.

De entre toda la plétora de disturbios y agresiones en esta jornada, quizá lo que más destacó fue el atropellamiento un grupo de manifestantes de grupos críticos con los supremacistas blancos que caminaban por la calle por parte de un automóvil, que fue el que cobró la vida de una persona.

La policía dijo lo obvio: “fue un ataque premeditado”. Claro que lo iba a ser, una persona blanca, cristiana (nada en contra de la religión, simplemente sucede que el grupo Ku Kux Klan, por ejemplo, es una secta ultracristiana) embistiendo con su auto a manifestantes en contra del supremacismo blanco con lujo de violencia no podría ser un accidente. Lo que es más, no es una agresión.

Por la configuración, método y circunstancias de odio contra un grupo, este ataque debería ser considerado como se consideran mismos atentados en Europa: como terrorismo.

Situación que demuestra que el terrorismo no es sólo un grupo de gente con turbante gritando “Allabuh Akbar”. El terrorismo también es un blanco aplastando con su auto a sus compatriotas mientras tiene rotulada en el cerebro la frase “White America”.

El problema sigue ahí. Nunca se fue con Obama, sólo regresó a su cloaca. Por ello, es entendible que saliera a la luz una vez más bajo el cobijo de una persona tan racista como lo es Donald Trump a cargo de la presidencia de Estados Unidos.

Por supuesto que la muestra no representa el universo. Hay mucha población blanca en Estados Unidos que está consciente de la más lógica de las verdades: Bajo nuestra piel, sin importar el color de esta, corre sangre rojo bermellón. Y aunque existan grupos en cualquier parte del mundo que busquen esparcir su miseria y odio, antagonizando al “otro”, y aunque estos grupos sean más ruidosos, en algún momento de la historia, y siguiendo su curso natural, el sentido común terminará prevaleciendo.

A esa gente se le enfrenta, se le debate, pero nunca cayendo en niveles (verbales o físicos) de violencia.
Aún hay mucho por hacer si se quiere tener una noción de equidad en el mundo. Aún estamos a siglos de honrar el hecho de que somos la especie animal más avanzada del planeta.
Pero como dice el proverbio, “un viaje de mil millas inicia con un primer paso”.

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