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Debí abrazarte la última vez y unos versos simples

El Covid-19 nos ha montado en una montaña rusa cuya maquinaria se quedo trabada y no deja de dar vueltas eternas

NOTICIAS


Debí abrazarte la última vez y unos versos simples



1o de noviembre 2020

El Covid-19 dejará marcas indelebles en nuestras vidas para siempre. El año de la nueva peste que revolcó nuestros días, nos pasmo del susto y nos implanto un nuevo modo de ser frente a la cotidianeidad. Un modo de ausencias eternas, de anhelos y más anhelos de encuentros, de aspiraciones de reencuentros y deseos infinitos de que se acabe esto.

A muchos nos sorprendieron, primero de oídas, los muertos siempre lejanos, pero eso fue solo un tiempo, luego poco a poco y dolorosamente, los caídos por el nuevo coronavirus comenzaron a ser cada vez más próximos, hasta asustarnos lo suficiente como para refundirnos -ahora sí- en nuestros domicilios 24 por 24 y así por meses y meses. Así hemos visto el paso de largos días, larguísimas semanas. Iniciamos en primavera y ya es otoño, estamos a la vuelta del invierno y como un nuevo infierno, no, no se ha ido.

El Covid-19 nos ha montado en una montaña rusa cuya maquinaria se quedo trabada y no deja de dar vueltas y vueltas…

Bajo las nuevas políticas gubernamentales, la inmovilización y el miedo, nos hemos refugiado en los cercanos, hemos trasladado los empleos a eternas jornadas digitales y las capacitaciones a Zooms y Webinar cada vez más agobiantes. Anhelamos a muchos y muchos se nos han ido, ni siquiera tuvimos oportunidad de abrazarlas o abrazarlos. Hoy más que nunca el último saludo, el último café o el más reciente por cercano en el tiempo, toma más relevancia, porque puede ser el último.

No pude abrazar a Fabi por ejemplo la última vez que la vi y no saben cómo me arrepiento. Debí de jalarla y abrazarla muy fuerte, corazón contra corazón, y decirle te quiero amiga, como en los diciembres o como cuando pasaban muchos meses sin vernos, ahora serán años eternos. Aún recuerdo con muchísima claridad nuestra última charla. Me felicitó porque mi hijo pudo terminar su minicarrera y yo a ella porque su hijo mayor estaba a un paso de terminar la licenciatura. Hablamos de cosas familiares y domésticas. Su amabilidad era un refugio para los disipados y tímidos crónicos como yo. Llevo su voz tan clara resonando en mi cabeza y su sonrisa repiqueteando en mi corazón. Aún me duele su partida. Mañana es día de los Santos Difuntos y pienso que ella debe estar preocupada por sus hijos, adoraba a la más chiquita y siempre nos reíamos de la forma en que se plantaba a sus hermanos mayores y las travesuras que ella me platicaba que hacía. No puedo evitar pensar que de seguro no se dejo tan fácil del Covid-19, debió pelear con garra hasta el último aliento que le quedo. Siempre fue así. ¿Por qué no te abrace carajo?

Hace poco me enteré que perdimos a Panchito Cruz, y la peste no termina de irse, peor aún podría repetirnos la dosis.

No puedo dejar de pensar otros saldos del Covid19, los miles de mexicanos que quedaron en la calle y perdieron su empleo súbitamente, los mezquinos políticos que en estos días se develaron como realmente son -unos criminales de cuello blanco- y la generosidad de mucha gente. Espero que este día de Muertos, seamos capaces de morir a la peor parte que hay en nosotros, para darle una oportunidad de renacimiento a esa mejor versión que potencialmente somos y que nuestros amados y amadas que ya no están aquí, antes o después del COVID-19, nos iluminen con su eterna luz. Y cómo no sabía que más poner, les comparto unos pequeños versos que son como de hace 20 años.

Por cierto, muchos no saben que con Eliseo Lugo Plata, con quien tenía irreconciliables posturas sobre el periodismo, tenía pese a ello, un trato cordial y amigable, incluso planeamos publicar juntos nuestros poemas. Pocos saben que ambos escribíamos versos, cada uno con su estilo y sus obsesiones personales. Ya no será posible tampoco estimado Eliseo, a lo mejor cuando te alcance, podremos al fin sentarnos en un café, pero que sea al aire libre, para planear nuestro poemario. Hasta pronto.


A LOS AUSENTES

Soy espacio de otro
encuentro perdido
y entre reencuentro y espacio
busco un filón del corazón
vacío.

Redescubro el tiempo,
de los abrazos inconclusos
y aprisionó fuerte
el último aliento del beso
que me diste.

Palma a palma
palmo a palmo,
entre naufragios y desvíos,
estoy aquí, sola, solo, sin tiempo,
amando tus ojos.


Tere Montaño/1992




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