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Poder al Centro

El asesinato del periodista de Tejupilco, expone la sensible situación que enfrentan los reporteros mexiquenses en una entidad, donde las garantías a la libertad de expresión son endebles o inexistentes

PLUMAS

Por: Mary Delgado


Poder al Centro


 





El asesinato del periodista de Tejupilco, expone la sensible situación que enfrentan los reporteros mexiquenses en una entidad, donde las garantías a la libertad de expresión son endebles o inexistentes

 
El homicidio del periodista Nevith Condés Jaramillo, director del Portal Observatorio del Sur, que operaba desde Tejupilco, Estado de México, ha retumbado en España, Estados Unidos y en todo el país con una gran fuerza y ola de indignación.

Su asesinato se inscribe en la zaga de ataques a la libertad de expresión, que de forma abierta o velada, han venido reproduciéndose en el Edomex, con cierta regularidad desde hace varios años y de diversas formas bajo los gobiernos priístas, sin embargo el homicidio de un comunicador, era algo que no habíamos vivido tan cercanamente desde hace mucho.

Si bien este crimen es paralelo a un recrudecimiento de la violencia mortal contra periodistas en todo el país (con diez asesinatos en lo que va del año), es justo en la administración del priísta Alfredo del Mazo, cuando se produce este terrible ataque contra un reportero local, que se distinguió por la gran empatía que su trabajo despertaba entre la población.

Nevith se dedicó en los últimos años de su vida, a construir un servicio de comunicación directa con la población de Tejupilco. Su periodismo era a ras de tierra, estaba articulado a la vida cotidiana de su gente.

El hecho que posiblemente lo marco, podría estar relacionado directamente con el ataque de policías estatales, contra un helicóptero que brindaba un servicio privado a una familia de Sultepec, también de la región del sur.

Cómo ya se sabe, en un primer momento se pretendió a través de comunicados oficiales simular que se trató de un enfrentamiento con delincuentes, para luego criminalizar a una de las víctimas mortales –el capitán de la aeronave, de quien cobardemente se difundió que tenía antecedentes penales-. El trabajo de Nevith consistió en develar la mentira oficial, mediante una entrevista a los familiares de las víctimas del ataque. Casualmente es asesinado, a solo unas semanas de que trascendiera la detención de dos policías implicados en el derribo del helicóptero.

Sin embargo el ataque que le quitó la vida, también pone al descubierto otra incapacidad del Estado local, la de proveer garantías plenas y suficientemente satisfactorias, para ejercer el periodismo en una entidad marcada ya de por si, por la corrupción y la simulación en casi absolutamente todos los frentes. Así de grave estamos.

Su muerte, además, fue precedida por una escalada de violencia contra reporteros en diversos municipios. En este momento recuerdo uno en Metepec, dos en el municipio de Toluca, por parte de golpeadores contratados como supervisores por el gobierno de la capital, y otra agresión reciente en Valle de México.

Además de estos casos, resulta preocupante que a la fecha, no existan mecanismos propicios y operados por comunicadores “no oficiales” que garanticen el acceso a la seguridad en casos de alto riesgo, como ocurrió a Nevith, quien fue desamparado incluso por el mecanismo de protección federal, al que recurrió sin éxito.

No estoy segura que una ley estatal de protección a periodistas sea garantía de nada, mientras existan estos esquemas de corrupción y control de la comunicación, que ha implantado el gobierno del Estado de México en complicidad, hay que decirlo, con comunicadores corrompidos.

Un mecanismo transparente, eficiente e independiente del poder en la toma de decisiones, sería la única vía posible, para darle una oportunidad a cualquier mecanismo de protección, con autonomía absoluta y alejada de los seudo periodistas serviles que hoy tanto abundan en oficinas públicas, pero que lo mismo han laborado para partidos, que para políticos o para funcionarios, es decir, están marcados por sus pactos, acuerdos, convenios o compromisos políticos, aunque suene raro, pero sin tener una conciencia real del ejercicio periodístico cotidiano y su trascendencia social, ya que han estado ligados al poder, le han servido o se han servido de él.

El año pasado, entrevistando a una representante de Artículo 19, me comentaba esto, que en ocasiones los mecanismos de protección estatales y las leyes estatales, solo sirven como diques para impedir que la ayuda y la protección fluya de manera rápida en los Estados, donde, en algunos casos y bajo estas circunstancias, resulta más viable dejar que el mecanismo federal opere libremente y de manera efectiva. Me comentaba que la “sobre" regulación de la protección a periodistas, resulta tan peligrosa, como la falta de ésta.

Por lo pronto resulta urgente que el asesinato de Nevith no quede impune, no se fabriquen culpables y se haga una investigación profesional y científica. También es necesario que se brinden garantías de protección a la familia y los bienes del comunicador, así como todo el apoyo que requieran para superar esta tragedia. Y requerimos y exigimos garantías para desplegar con seguridad el ejercicio del Derecho Humano de la Libertad de Expresión.

Hasta la próxima.

*PODER AL CENTRO

Columna premiada con la “Presea Manuel Buendía 2016”.

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