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Mascarada El Baile de las Máscaras

Se ofenden e indignan “profesionales informadores”

DOBLE FILO

Mascarada El Baile de las Máscaras


Por: Ismael Rojas Escobar









La prensa se resiste a ejercicios de honestidad; la sociedad los exige



Como se esperaba no agradó a informadores, analistas y uno que otro “académico” el texto anterior sobre que debían hacer pública su ideología -los que tuvieran- para que su público sepa a qué atenerse y entienda lo que escriben o hablan en sus respectivos espacios.

En el otro extremo gente que leyó la columna me dijeron que ojalá fueran claros en sus posturas porque de otra forma engañan a muchos incautos que los siguen ciegamente sin saber que mantienen ocultas sus intenciones reales.

No pocos “opinadores” –por ejemplo- tienen raíces profundas en el periodismo, por décadas, incluso de abolengo; ocupan espacios estelares en programas de televisión, radio y páginas de diarios, pero lo que no saben es que son militantes del PRI y ocupan cargos en ese partido, son simpatizantes, han sido funcionarios públicos, publirrelacionistas de políticos, voceros y casi celosos guardaespaldas de figuras del tricolor –por citar el partido donde se acentúa este fenómeno-.

Si su público conociera todos estos antecedentes seguramente los cuestionaría y dejaría de seguirlos porque entonces comprendería que su interés no es el de aportarles elementos valiosos informativos, sino conseguir adeptos para sus causas.

Seguramente también se van a ofender por esta analogía: los consumidores tenemos el derecho de saber de qué están hechos los productos que consumimos mediante el etiquetado claro y a la vista en los empaques.

Seamos sinceros: a nadie le gusta que lo etiqueten o cuelguen milagros pero en este mundo tan revuelto en donde todos opinan, saber a qué causa sirven es de suma importancia.

Además, en estos momentos en los que la industria de los medios de comunicación vive una de las peores crisis de su historia por la caída de sus ingresos y la pésima imagen que tienen a nivel de medio y comunicadores, tal vez valdría la pena dar un paso adelante.

Una vez que se sabe ubicar a cada uno puede adivinar las reacciones que van a tener en relación a temas específicos, gracias en que la historia es cíclica y los argumentos no son nuevos.

Los ataques de conservadores contra liberales a lo largo de poco más de dos siglos en México son prácticamente los mismos y por las mismas causas; asimismo, los debates y los intereses. Tal vez lo que cambia es que la talla de las figuras en pugna se ha reducido: son escasos los ideólogos que defiendan sus posturas y lo que tenemos es un mercado de la opinión pública como lo demuestra los contratos millonarios de publicidad que han salido a la luz recientemente.

En esta segunda parte del análisis –no lo mencioné en el primero porque quería conocer las reacciones- quise poner sobre la mesa este tema para que el público sepa desenmascarar farsantes, entender posturas y despertar el interés sobre el tema.

Seguramente habrá quien detalle que corrientes ideológicas hay muchas en el mundo, incluso entre los países que controlan los mercados mundiales pero curiosamente se van decantando hacia el conservadurismo y el liberalismo, entre quienes que unos cuantos manejen el poder y la economía, y otros que piden que sean las mayorías las que definan el rumbo y la riqueza beneficie a todos. En ambos casos también hay extremistas y radicales.

Es lamentable que periodistas, “comentócratas” y académicos no tengan el valor de afirmar –aunque sea de forma velada- qué ideología siguen, si son militantes de partidos o han servido a políticos de un color determinado.

Peor aún es que no tengan ideología y sólo sigan la inercia de las grandes campañas de propaganda que hacen odiar o amar a alguien. Tal vez la cura es la lectura, el análisis, la reflexión y la honestidad para salir a la batalla diaria.

Seguramente periodistas y “líderes de opinión” más reacios siguen ofendidos por este texto y tal vez sea necio insistirles en estos ejercicios de reflexión y honestidad, y mejor vamos por quienes vale la pena seguir trabajando: el pueblo.

En la siguiente edición trataré de resumir algunas técnicas para identificar –o identificarse, por qué no- la ideología de su periodista y “opinador” preferido. ¡Fuera máscaras!

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