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La instrucción en el caso Ayotzinapa: No tocar al Ejército, revelan

Ex integrante de la CoVAJ admite que había una orden desde 2019, para garantizar impunidad a militares

El escritor Miguel Ángel Alvarado habla sobre “la orden” que se le dio en la CoVAJ para “no tocar” a nadie de las Fuerzas Armadas. Mejor se marchó.

Andrés Manuel López Obrador, cuando promete lo que nunca cumpliría: verdad y justicia en el caso Ayotzinapa. Foto oficial 2018.

26 de Septiembre del 2024

 Alemania.- Desde el arranque del gobierno de López Obrador ya había una instrucción muy precisa para quienes formaron parte de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (CoVAJ) de “no tocar al Ejército”, y aunque las investigaciones sobre la desaparición de los 43 normalistas ni siquiera habían iniciado a principios del 2019, la línea de impunidad para el Ejército ya estaba marcada.

El periodista de investigación Miguel Ángel Alvarado lo sabe porque formó parte de la CoVAJ, tras  su conformación el 3 de diciembre del 2018.

Entrevistado vía telefónica desde la Ciudad de México y en medio de una convulsión nacional ante la exoneración del Ejército por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, el también escritor aseguró que es prácticamente  “imposible” desvincular a elementos del Ejército y sus altos mandos de la masacre y desaparición de los estudiantes, así como de altos funcionarios del gobierno federal, comenzando por el expresidente Enrique Peña y su secretario de la defensa nacional, Salvador Cienfuegos.

Pocos saben que Alvarado  se integró al primer equipo que conformó la CoVAJ para esclarecer el caso y dar con el paradero de los estudiantes, luego de que el presidente Enrique Peña Nieto y su equipo, construyeran la llamada “verdad histórica” para tratar de encubrir al Ejército y la participación de otras dependencias del Estado en la tragedia.

Sin embargo la “verdad histórica” se vendría abajo. Con la llegada de López Obrador tras su arrollador triunfo del 2018, por lo que a finales de ese año crea la CoVAJ y promete a los padres de los 43 jóvenes desaparecidos  hacer justicia.

“Pero desde el principio hubo malas señales”, asegura Miguel Ángel Alvarado, quien en sus primeros  acercamientos con quienes luego le invitaría a incorporarse a la comisión  le anticiparon que “no podrían procesar a militares”, no obstante finalmente se incorporó y en su primer día de trabajo –a mediados de febrero del 2019- la indicación fue  directa y explícita, asegura: “No podemos tocar al Ejército”, le dijeron.

 “Ese día que llegue a presentarme y recibir las primeras indicaciones sobre cómo nos organizaríamos para arrancar la investigación, se me dijo que a los militares no se les iba a tocar”, reveló.

Aseguró que incluso los dos o tres funcionarios  con quienes  tuvo reuniones de trabajo  ese día parecía que “lo daban por sentado” y también se hacía  alusión a ella –la instrucción- en los encuentros o charlas que sostuvo “sin cuestionar nada”, sostiene.

Tras esa orden para  garantizar la impunidad de los mandos militares y tropa desplegada en Iguala la noche del 26 de septiembre del 2014 incluso antes de que arrancaran de manera formal los trabajos de la CoVAJ,  Alvarado simplemente decidió marcharse  y no volvió más.

 “Solo deje que pasaran las horas, que se agotara el tiempo”, rememora.

“Por ética y porque era imposible no involucrar al Ejército decidí no regresar, dure en el cargo un día; mi oficina era enorme, como del tamaño de una cuadra justo ahí en Bucareli en el centro de ciudad de México; todo estaba vacío y apenas iba a ver cuáles iban a ser mis responsabilidades, se supone que sería un enlace entre la comisión y la presidencia o algo así”, recuerda.

Por entonces Alvarado ya había hecho buena parte de su propia investigación del caso, había recorrido pueblos y localizado fuentes vivas pero ocultas o desplazadas de Guerrero,  rescatado documentos o gestionándolos, por lo cual  sabía que era simplemente imposible desvincular al Ejército en la masacre.

También ya había rastreado declaraciones ministeriales  tanto de sobrevivientes, como de vecinos de diversos pueblos; y consultado otras de sicarios, policías, Ministerios Público y jefes narcos que fue posible conocer en los primeros años tras la masacre.

En esa investigación que le llevó  cerca de cinco años y que es poco conocida debido a que se publicó a través de una editorial independiente del Estado de México, reconstruye las últimas horas de los estudiantes hasta su desaparición y los sitios a donde posiblemente fueron ultimados.

En “Los Infiltrados, el secreto de Ayotzinapa”,  el fugaz exintegrante de la CoVAJ ubica a militares trasladando y entregando a grupos de estudiantes a los sicarios de Guerreros Unidos, esto mediante las declaraciones de  sicarios y policías, algunos de los cuales posteriormente quedaron en libertad. Algunos de los testimonios que recogió para su libro son exclusivos.

Así, al igual que otros periodistas que contribuyeron con sus investigaciones a conocer la magnitud de ese crimen de “lesa humanidad” –como Anabel Hernández o periodistas de Reforma, Proceso y la Jornada-, Alvarado ubica a  “los verdes” cazando normalistas la noche del 26 de septiembre del 2014 en diversos puntos de Iguala y  en una actuación coordinada con sicarios, policías municipales y federales, para la posterior desaparición de los estudiantes.

Las diversas pistas que logró rastrear Alvarado son por otra parte coincidentes con los informes oficiales que presentó la CoVAJ en 2020 y particularmente la del 2022, ya que les entregó sus hallazgos, pero su libro se publicó al menos un año antes del último reporte de Alejandro Encinas –de septiembre del 2022-, cuando declaró el caso Ayotzinapa como “un crimen de Estado”.

Dicho informe revela en sus páginas 56, 69, 74, 76,  79,  91 y 105 testimonios de sicarios que identifican a soldados en diversas escenas violentas en  la persecución, captura y asesinato de estudiantes. (1)

Por eso el autor de “Los Infiltrados, el secreto de Ayotzinapa” no esconde su indignación ante los afanes del presidente López Obrador durante  los últimos dos años para desacreditar fuentes, periodistas, investigaciones independientes y hasta a sus colaboradores, para “convencernos” de que el Ejercito Mexicano es inocente…

-Debería ahorrárselo- dice irónico. Todos sabemos que fue el ejército, señala Alvarado en medio de la conmoción nacional con la que llegó el décimo aniversario de la desaparición de  los 43 estudiantes de Ayotzinapa y la nueva capa de impunidad que deja López Obrador sobre el caso, pero en este caso, para blindar a fuerzas armadas.

“Tenía realmente la esperanza de que un día se hiciera justicia, por eso todo lo que investigaba se los pasaba –a la CoVAJ-”, sostiene Miguel Ángel Alvarado al considerar que los narcos en México  podrían ya estar actuando como un “brazo paramilitar” junto al E

jército, pero a la vez advierte que “la protección del Estado a las fuerzas armadas en el gobierno de López Obrador, lo convierte en un cómplice”.

-¿Crees que realmente  López Obrador no pudo resolver el caso o la realidad es que no quiso?, le preguntamos a quien también es director general del portal Viceversa, uno de los escasos medios críticos que existen en la capital del Estado de México.

-Por supuesto que resolvieron el caso. Ese caso ya está resuelto; el tema es la judicialización de los expedientes, ya que eso implicaría detener altos mandos militares y políticos lo cual no va a hacer.

Y no lo va a hacer, advierte, “porque López Obrador le debe todo al Ejército, pero no es que le hayan dicho que si no se alineaba con la milicia podría darse un golpe de Estado… es que en realidad hizo una alianza con el Ejército, hizo un pacto”, sostiene.

También asegura que el caso Ayotzinapa y su irresolución en este sexenio, muestra un claro retroceso en materia de justicia y Derechos Humanos, hasta un punto que nos coloca en la década de los 70´s.

-¿Crees que admitir que el Ejército estuvo involucrado en la desaparición de estudiantes sería como admitir que México es un narcoestado?

-, Si, totalmente, pero además de eso queda claro que México es un “Estado fallido”, totalmente, pero también recuerda que López Obrador evito ir contra  Enrique Peña Nieto, Salvador Cienfuegos –a quien rescató de ser procesado en Estados Unidos por narcotráfico-, y otros altos mandos del Ejército y del gobierno de su antecesor, como por ejemplo Miguel Angel Osorio Chong.

Alvarado recuerda que la noche de Iguala se montó un “monstruoso operativo” contra los estudiantes en el que habrían participado unas mil 500 personas, entre sicarios de varias células pertenecientes a Guerreros Unidos, policías de seis municipios, un batallón del Ejército, agentes de protección civil, policías estatales, policías federales y hasta bomberos…

Fue tan enorme  que esa noche no solo desaparecieron 43 estudiantes, sino que asesinaron a otros tres y uno se mantenía en estado vegetativo. En total 47 estudiantes de la Rural de Ayotzinapa tuvieron un destino fatal el 26 y 27 de septiembre del 2014, pero a la fecha todo sigue impune.

Asegura también tras la masacre, se instrumentó un segundo operativo para controlar los escenarios, los testigos y las evidencias de la masacre de Iguala, un dispositivo que se mantiene hasta nuestros días para asegurar el ocultamiento o desaparición de cualquier prueba disponible sobre los implicados.

 “Hay registrados entre 26 y 36 muertos colaterales y más de mil ejecutados desde entonces”, asegura el periodista y considera que amigos, familiares y gente cercana tanto de las víctimas como de los victimarios, han sido acallados, amenazados, asesinados o muchos han huido.

Respecto a los sitios donde habrían quedado los jóvenes, Alvarado refiere en su obra “Los Infiltrados, el secreto de Ayotzinapa”,  varios de los que da cuentan el CoVAJ, pero advierte que se dejaron fuera otros puntos rastreados para su propia investigación, pero a los cuales las autoridades ya no dieron seguimiento.

También a partir de de testimonios desconocidos hasta el 2021, reconstruye escenas de la violenta detención por grupos; la forma en que los estudiantes fueron levantados por policías o militares, y luego entregados a jefes de sicarios, quienes luego de transportarlos bajo torturas los asesinaron –algunos a tiros en la cabeza y otros a golpes-,  luego desmembrados y algunos lanzados a trituradoras –presumiblemente- y otros calcinados,  hasta hacerlos polvo.

En su libro publicado incluso antes que los informes concluyentes de Encinas, el periodista recoge otros hallazgos  de investigadores como Temóris Grecko y Anabel Hernández –fustigada por López Obrador- para interrelacionar los datos  junto con otros provenientes de medios como La Jornada, Proceso y Reforma entre 2014 y 2021, a fin de exponer con detalle la responsabilidad –y no solo por omisión como ha pretendido el presidente- de los  militares esa noche.

El propio  Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), en su último informe del 2023, concluyó que el Ejército Mexicano “participó activamente en la desaparición de los Normalistas”. El informe puede ser consultado en el siguiente link: https://drive.google.com/file/d/1_mRYLO9soOW5RoV8dLP2y1CkjlP8PIH1/view

A su vez el informe de la CoVAJ del 2023 refiere puntualmente la responsabilidad del Ejército Mexicano en la desaparición de estudiantes, a partir de declaraciones ministeriales. En total logró identificar  a 39 elementos del Ejército actuando esa noche.

Screenshot, 2° Informe de la CoVAJ. Recuadro pág. 91

El revelador y contundente informe de Encinas presentado el 27 de septiembre del 2023, muestra declaraciones de sicarios que participaron en la masacre, testimoniando la presencia de elementos de Ejército. Como se muestra en la siguiente captura de pantalla tomada del informe:

2° Informe de la CoVAJ. Pág. 91 6to párrafo

Hay que recordar que Anabel Hernández en su libro “La Verdadera noche de Iguala”, da una de las revelaciones más trascedentes y fatales para los militares. De acuerdo a informes periciales y una solicitud de transparencia gestionada ante SEDENA, la periodista pudo confirmar que 19 casquillos percutidos localizados en uno de los escenarios donde se atacó a los estudiantes, procedían de soldados. (2)

Por otra parte en el libro la  “La Guerra que nos Ocultan”, del que Alvarado es coautor  junto con Francisco Cruz y Felix Santana Ángeles –quien era el secretario técnico de la COVAJ-,  indagó  sobre el asesinato del normalista Julio César Mondragón Fontes, un militar-estudiante  infiltrado en la Normal, asesinado y desollado esa noche.

La sábana de registros del celular de Mondragón Fontes,  revelaron actividad del aparato “después de su asesinato y que hubo mensajes que se intercambiaron desde su equipo con personas ubicadas en el Campo Militar Uno”, menciona Alvarado.  Un dato replicado en diversos medios a partir de datos oficiales incluidos también en el informe referido de la comisión de la verdad. (3)

Por otro lado hay que referir que López Obrador comenzó a descarrilar la investigación del caso Ayotzinapa hacia el segundo semestre del 2022. El 7 de septiembre de ese año la Fiscalía General de la República (FGR) solicitó cancelar 21 de 83 órdenes de aprehensión solicitadas en agosto del 2022, de las cuales 16 eran contra militares.

Ese movimiento motivó la renuncia de Omar Gómez Trejo, fiscal especial del caso Ayotzinapa, quien además fue denostado en una conferencia matutina por el presidente; en tanto que Alejandro Encinas presentó el 27 de septiembre del 2023 su 2o Informe  como titular de la CoVAJ declarando el caso Ayotzinapa como un “crimen de Estado” con la participación del Ejército.

También admitió estar bajo amenazas, aunque dijo que no se detendría. (4)

El 28 de julio del 2023 el presidente también declaró que había “una campaña en contra del gobierno de México…  es una campaña para debilitar las fuerzas armadas” dijo, y ya no paró, pues continuó desacreditando abiertamente los trabajos del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), abogados de los padres de Ayotzinapa,  organizaciones defensoras de Derechos Humanos y llamó a los padres de los estudiantes “provocadores” el 6 de marzo pasado.

Más recientemente presentó dos informes elaborados por él mismo o su oficina, los cuales fueron  entregados a los padres de Ayotzinapa, reiterando la exoneración total de las fuerzas armadas, pero sin dar una sola prueba.

El último de estos informes lo presentó el 25 de septiembre en su conferencia matutina. En el minuto 1:38:12 de su exposición  asegura: “Es importante aclarar que aún y cuando no existe ninguna prueba de que el Ejército haya participado en la desaparición de los jóvenes… si se encuentra hacia adelante que sí participaron con pruebas desde luego que se tiene que aceptar, castigar a los soldados a los bandos  y no permitir, no tolerar impunidad”: https://www.youtube.com/live/jv08jkwLY38?si=d4a1Q9Ol60GRTp9l

No obstante los afanes presidenciales por desvincular a las fuerzas armadas en la desaparición  de los 43 estudiantes y todo el megaoperativo que se desató en la llamada “noche de Iguala”, la realidad es que López Obrador “pactó con el Ejército para sacar adelante su gobierno, AMLO les debe mucho”, asegura el periodista Miguel Ángel Alvarado.

EL FINAL

Durante la Noche de Iguala, a pesar de la represión del Estado, las intercomunicaciones fueron intensas. Al respecto  Alvarado refiere  –tal y como detalla también ampliamente en su libro-, QUE los estudiantes lograron enviar mensajes y videos a familiares, compañeros  y amigos pidiendo ayuda,  mientras estaban en tránsito o desde los lugares donde estuvieron secuestrados esperando su destino.

Asegura que muchas personas guardaron estos materiales y los mantuvieron en secreto debido al miedo y las persecuciones que se desataron contra testigos.

Pese a ello y como parte de su investigación, tuvo acceso a algunos de estos materiales en los que se captan fugazmente torturas, gritos y sitios coincidentes con bodegas y casas de seguridad descritas o referidas en los propios informes oficiales y otras investigaciones periodísticas.

De esta forma tuvo acceso a uno de estos materiales y logró hablar con un testigo que  le reveló los resultados de una “comisión de búsqueda” integrada por dos estudiantes de Ayotzinapa, que se lanzaron en solitario y de forma discreta a una campaña para localizar a sus compañeros a solo una semana de su desaparición.

 Los resultados de esta búsqueda primaria no se conocen de forma oficial –aunque el autor sugiere que las autoridades lo saben-.

Relata que los estudiantes lograron contactar al jefe de la plaza de Chilpancingo identificado “el Güero” responsable de desaparecer uno de los grupos.

Alvarado reconstruye este encuentro en “Los Infiltrados” con toda la crudeza y el horror de las ejecuciones, ya que este prqueño grupo de  estudiantes habrían sido últimados con tiros directos en la cabeza o a golpes, luego desmembrados para facilitar y acelerar la posterior incineración de algunos de ellos, además de que sus restos fueron lanzados a trituradoras “solicitadas a los campesinos durante la madrugada”.

A las trituradoras lanzaron “manos y pies”, además de que todos habrían sido decapitados. La “masa” que se obtuvo de ello, se colocó en bolsas y se llevó una parte al río “para que nunca los encontraran” les dijo el capo a los estudiantes que volverían a la Normal para narrar esto. (5)

El periodista de investigación logró entrevistar a otra de estas personas que recibieron videos.

En uno de estos se da cuenta de otra casa de seguridad, aparentemente la que se cita –en los informes oficiales- en la comunidad de Mezcala, además de hacer referencia, también en base a testimonios no conocidos,  de otros sitios finales de la desaparición, entre los cuales está el pueblo de Carrizalillo y la Mina de Los Filos, lugares que de inmediato –tras conocerse sus existencia, cita en su texto- “se llenaron de retenes algunos militares y otros de civiles armados que impedían el paso” (6).

En septiembre del 2022, Alejandro Encinas reveló que en la Noche de Iguala incluso “se cambiaron los patrones de la desaparición en México” y se descubrió que los restos de los estudiantes, fueron movidos de lugar, lo que sería coincidente con la docena de sitios que las investigaciones periodísticas posteriores fueron agregando a la lista de lugares que han sido referenciados por testigos y criminales.

Durante la entrevista  Alvarado sostuvo que más recientemente se levantaron  otras versiones en torno a más lugares a donde habrían ido a parar los restos de los estudiantes, incluyendo comunidades limítrofes entre el sur Estado de México (controlada por el intocable grupo de la Familia Michoacana) y Guerrero,  en la llamada “tierra caliente”.

Por otro lado reconoce que tiene miedo como muchos periodistas que investigaron el caso Ayotzinapa,  pero aparte del miedo –dice- está la indignación y la tristeza por México “porque este gobierno repitió los mismos esquemas de corrupción del prianismo” y aunque hecho mano del recurso discursivo del “pueblo”,  en los hechos e comportó “como un presidente tecnócrata más”, remata.

Volviendo al principio. Miguel Álvarado reconoce que la orden que se dio a la CóVAJ para “no tocar a los militares” en el caso Ayotzinapa,  la cumplió a cabalidad pero el propio López Obrador.

Teresa Montaño

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