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Nuevo orden: El retrato de México en un collage desatinado

La película es, en general, una simplificación de los conflictos sociales y una secuencia distorsionada de eventos inconexos

PLUMAS

Por Luis Iván Gutiérrez


Nuevo orden: El retrato de México en un collage desatinado


La nueva película de Michel Franco, Nuevo orden, pretende, como se dice en el tráiler, presentar una distopía posible del México por venir. Sin embargo, considero que el filme no logra su objetivo por una simple razón: el director desconoce la realidad política y social de México. Puedo justificar esa afirmación a partir de lo que se muestra en la película y en el hecho de que Michel Franco se refirió al término “whitexican” como una palabra con carga racista.

Cuando se disculpó por haber dicho que ese término es racista, reflejó un desconocimiento profundo del racismo en general y del racismo en México en particular; mucho se ha dicho ya que los términos discriminatorios son racistas si van acompañados de todo un sistema de exclusión. En el video, el director asegura que el objetivo de la película es “combatir el clasismo y racismo”. Sin embargo, ¿cómo podría alcanzar esa meta si de entrada desconoce en qué consisten esos males tan inseparables en nuestro país? Eso fue lo que pensé antes de ver la película, pero como alguna vez escuché a Luis Tovar decir que las críticas hacia una película o director no deben conducirnos a no ver una película, sino a todo lo contrario, me dirigí hacia el cine.

La película utiliza el concepto central del conflicto de clases para tratar de mostrar a la sociedad mexicana altamente desigual. Eso se ve reflejado al inicio de la película cuando se exponen las diferencias que existen entre los invitados a una boda suntuosa, gente blanca vestida elegantemente, y los que trabajan ahí, personas morenas pobres. Tal vez a estos contrastes se refiere Michel Franco como tema central de la película, aunque no haga más que exponerlos. La boda ocurre mientras hay manifestaciones en las calles, lo que podría significar la burbuja en que viven las clases acomodadas, a quienes no les importan los grandes problemas nacionales. La felicidad de la boda termina cuando entran muchas personas armadas a robar a los invitados. Es en ese momento que se cristaliza la manera en que el director entiende la lucha de clases: los morenos pobres desean las posesiones de los blancos ricos. Ellos quieren sus pantalones, sus zapatos, los adornos de sus casas, sus bolígrafos, su dinero y hasta su cortaúñas.

Entender así la lucha de clases es hacer a un lado todo lo que significa la desigualdad estructural de un país como el nuestro; los pobres se limitan a desear los bienes de los ricos y su organización se restringe a la ejecución de un gran atraco. Después, aparece la fuerza del Estado, inexistente hasta el momento, para reprimir a los manifestantes y todo se vuelve una dictadura militar al puro estilo pinochetista o somocista. Entre el inicio de la boda y la dictadura militar no hay un hilo conductor claro, y solo son imágenes descontextualizadas que buscan mostrar el caos y la militarización repentina del país.

La película es, en general, una simplificación de los conflictos sociales y una secuencia distorsionada de eventos inconexos que intentan retratar nuestro país como una mezcla extraña de escenarios donde caben tanto las protestas anarquistas-feministas, y de los pobres en general, como una presencia militar digna de las dictaduras latinoamericanas de los años 70. Este resultado sólo se entiende como producto del desconocimiento del director. Sobre el autor:

Licenciado en Filosofía por la UAM Iztapalapa Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.

1 Comment

  1. Yo dice:

    Creo que, no solo, su noción de clase y discriminación racial dejan que desear, de acuerdo a la tesis del artículo, sino que su noción de justicia también es pobre y cargada de prejuicios. No necesito mirar otra película de Michel Franco, ni tampoco él, pues, ya tiene su grupo que lo ha apoyado desde sus inicios pero, voy a mirar.

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