Desde el retiro

Mucho se ha hablado sobre la renovación del Consejo Directivo del Colegio de Abogados del Estado de México (Organismo Colegiado que ha perdido ostensiblemente el rumbo y con ello su credibilidad), el cual hace cuasi treinta años era hogar de grandes intelectuales del derecho que ejercían la abogacía en esta importante entidad federativa y en todo el país, siendo un referente obligado incluso hasta para la Universidad Pública en este Estado.

Es de sobra conocido que esta institución privada, pero de importancia publica, tuvo entre sus filas a conocidos abogados, que después fueron políticos de renombre, en los 80´s y 90 ´s, los cuales se distinguieron por ser dignos juristas y litigantes que a la postre arribarían en el foro de la política en las esferas del poder ejecutivo, legislativo y judicial, en los ámbitos municipal, estatal y federal.

Este Colegio fue un referente obligado en los temas jurídicos que ocupaban a la nación; sin embargo, así como el régimen del partido hegemónico hizo de la titularidad de los cargos públicos y del poder una práctica hereditaria, también el Colegio de Abogados se contagió y replicó los mismos usos en cuanto a la herencia de su titularidad, pues esta significaba per se la ocupación de un cargo público de importancia en la vida del país, lo que no podría ser de otro modo, ya que casi todos sus juristas intelectuales que asumieron su presidencia, posteriormente ocuparon un lugar dentro de la administración pública.

Es interesante observar como una institución que debió albergar a los profesionales del derecho que ejercían en el foro de abogados, para darles protección, profesionalización y dotarlos de ética para mejorar su desempeño como profesionistas al servicio de la sociedad, ha venido a menos al convertirse en un lugar en el que ya no importaba, ni importa la posición inmediata en el colegio en sí, sino que importa el cargo público que después ocupará quien asuma su presidencia, es decir, ya no tiene una importancia académico - jurídica, sino meramente de poder político; con lo cual fue siguiendo la inercia partidista de “el poder por el poder” .

De ahí, que para las próximas elecciones del consejo directivo del Colegio de Abogados del Estado de México, no sea extraño, que se pretendan resucitar las practicas viejas del dedazo y de la imposición, pues hasta este momento quienes se postulan como candidatos a ocupar su presidencia, no tienen mayor impacto profesional que sus añejos impulsores y sus añejos usos, pero querido lector veamos las razones.

Hay un candidato que los medios locales catalogan como el oficial, el bendito si se me permite la expresión y del cual al revisar su quehacer se advierte que solo ha estado inserto en la burocracia, respaldada por la misma burocracia de la antigua guardia que intenta, con una inercia que solo brinda la enfermedad del poder, preservarse en los últimos espacios que puedan heredarse. Este candidato tiene toda la experiencia para un espacio administrativo e inclusivo gerencial al ser un hombre inteligente, pero ninguna del quehacer jurídico, y para sostener lo anterior, solo basta con escuchar su discurso, falto de conocimiento jurídico elemental y oficio como orador, lo que indica que es ajeno a las exigencias de las audiencias públicas que prescriben las reformas a los sistemas de justicia en todo el país, además de que es evidente su falta de experiencia en las universidades pues no es, ni ha representado a la catedra del derecho; sin que se pase por alto que su candidatura emerge con una falta de identidad y respeto a los gremios de profesionistas, puesto que hace sólo algunos meses era presidente de otra organización de la misma naturaleza y sin más, abandonó este cuerpo colegiado como si se tratase de un salto entre partidos políticos, con lo cual su movimiento de una Academia a un Colegio será de “presidencia” a “presidencia”, de “poder” a “poder”, de “silla a “silla”, como se diría en los viejos tiempos.

Existe otro candidato, el cual refleja al abogado de la escuela ortodoxa, la que por el bien del quehacer del derecho debe superarse por las reformas constitucionales, cuyo espíritu lanza a los juristas a eliminar a esas prácticas de escritorio y de barandilla que se prestaban a la corrupción y al desprestigio de toda la abogacía, ya que esos sistemas de juicios permitieron que los jueces se pertrecharan en sus oficinas y que solo salieran al sol cuando los asuntos eran de su interés o de impacto social; Eso sí un candidato con una trayectoria universitaria y un excelente paso por el servicio público, que desgraciadamente no se advierte en su discurso, el cual es para los más jóvenes “más de lo mismo”, mostrando a una abogacía agotada, sin que se advierta respaldado por abogados de la nueva escuela, por académicos, por Servidores Públicos de empuje, que lleven a inferir que tenga un proyecto de trabajo innovador.

Por último, se tiene a un candidato que es líder de un movimiento que ha dado notas en los medios de comunicación, denunciando actos de corrupción al interior del Colegio de Abogados, exigiendo que se haga público el padrón de abogados agremiados y que se haga pública la rendición de cuentas de las cuotas, bajo el argumento de que las inscripciones fueron regaladas para unos y costosas para otros, prometiendo exhibir pruebas de la corrupción en sus manejos, sin que a la fecha lo haya hecho. Este personaje dice representar al sector de los abogados abandonados y relegados, no obstante, parece representar más a intereses de un partido político o de algún sindicato; Cabe señalar que de las propuestas frescas y dignas que deberían rescatar los dos primeros candidatos mencionados es la inclusión de Abogados con Capacidades diferentes y la profesionalización gratuita de abogados de escasos recursos o de zonas marginadas socialmente. Por lo que al día de hoy, el Colegio de Abogados es un hervidero, no de juristas y de servicio a la sociedad, sino de jaloneos por el poder y por la silla, que recuerda más al México de los años 70 que a un México de progreso. Alejando con esto aún más a los Abogados Jóvenes ávidos de espacios y foros donde se privilegie el conocimiento y no la política, donde lo esencial sea la ciencia del Derecho no la disputa de una Presidencia de un Cuerpo Colegiado, como si esta fuera la de un país. Dejen la Política a los Políticos señores o cambien de oficio, parece ser el reclamo de los juristas que si ven con tristeza este fenómeno cuyo resultado será negativo no para un candidato o para otro sino para el gremio de Abogados.

Los abogados son un gremio de gran tamaño en todo el mundo y deben ser el ejemplo del intelecto, del orden y de la ética. Los abogados deben redignificarse y comenzar a construir una estirpe de juristas del siglo XXI de la mano de las universidades del país y del extranjero, de ahí que los líderes, no solo del gremio, sino también de todos los gremios de todas profesiones y ámbitos del conocimiento, deben representar a lo mejor de sus profesiones, es decir, los representantes de estas organizaciones de profesionistas, deben ser verdaderos lideres por su ejemplo de excelencia académica y de ejercicio profesional, dotados de una proyección clara para el mejoramiento de su gremio y de su país, y no ser pan con lo mismo.

Un favor. Abracen fuerte a los suyos.

alex.cen79@gmail.com