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Cruces en la carretera para no olvidarte

 

Cada año más de 16 mil mexicanos pierden la vida en accidentes carreteros o automovilísticos

NOTICIAS

Cruces en la carretera para no olvidarte




1 de noviembre de 2019

La animosidad risueña de Fernando, un campesino de solo 23 años de edad, se disipó una gélida noche cerca del campo y los pequeños bosques que bordean la carretera a Zitácuaro, cuando el taxi en el que viajaba acompañado de quien sería su futuro cuñado y mejor amigo, Arturo de solo 21 años de edad, se impactó de frente contra una pesada camioneta cargada con muebles, el 11 de diciembre del 2017. El estruendo del aparatoso accidente se perdió entre la espesa de niebla.

“Era ya tarde cuando nos llegó la noticia de que los muchachos se habían accidentado, yo ya estaba descansando en la casa, me hablaron no sé de donde, para decirme del accidente y cuando pregunte por ellos solo me dijeron ‘ya no están con nosotros”, recuerda Ramón, quien tampoco olvida que tuvieron que repetirle la frase varias veces y con algunas variables, para que su mente aprehendiera (captara) el sentido profundo de su significado: que la energía animosa que movía la vida de esos dos jóvenes tan queridos por sus amigos y familias, se había disipado para siempre.

En alguna parte, lugar, rincón, camino, cielo, nube, aire, árbol, en algún sitio, de algún modo, esas energías que los movían, ya no estaban.

Desde entonces cada año y de vez en vez, Ramón, quien ya cumplió los 50 años y a quien le sobreviven dos hijos, viene a visitar las crucecitas de mármol que colocó a un costado de la peligrosa vía, justo donde serpetean los automotores, para retirar la hierba, acomodar la tierra alrededor y dejarla en forma de pequeños terraplenes, rezar, recordar y llorar…

De hecho no viene solo, al igual que desde la primera vez que vino a colocar las cruces, a solo semanas de lo ocurrido, llegó con don Toño Galeana, su mejor amigo, ambos cargados con cubetas llenas de flores, botellas de agua y herramientas, para hacer la faena del 2 de Noviembre.

Y llegaron así nomás, caminando a contra sentido siguiendo la cinta blanca del acotamiento, a paso lento como dos dementes que no miden el miedo, para plantarse entre la cuneta y la peligrosa vía, hasta alcanzar las dos pequeñas crucecitas, perceptibles apenas entre la velocidad y la hierba, tan solo para “arreglarlas”.

Don Toño tampoco mide el peligro, dice que él mismo se ofreció a acompañar “al Ramón” en un intercambio amistoso que solo ellos entienden. Primero Ramón lo acompañó a principios de semana a “arreglar” las tumbas de los muertitos de Toño (padres y abuelos) al camposanto de su pueblo, y luego Toño le ofreció venir a jugársela a la Toluca-Zitácuaro…

Este sábado, Ramón volverá pero ahora con toda su familia, para pasar la tarde con Fer, como le decía a ese chico modesto y laborioso que todas las mañanas salía a la milpa y trabajaba la tierra gustoso entre risas, chiflidos y saludos matutinos para sus vecinos. También vendrá la otra familia con la que iban a emparentar. Ella también vendrá…

Ramón lo extraña, mucho, pero dice que quien más lo extraña es el abuelo, porque Fer era el único que tenía la paciencia para prestarle oídos al viejo, también para hacerle sus mandados y para llevarlo a pasear y visitar la milpa en su vieja camioneta. Si alguien lo extraña más es el abuelo, vuelve a decirlo a lo mejor para sus adentros.

-¿Y por qué colocan cruces en medio de la carretera?, peguntamos a Ramón, un poco para rescatarlo del momento, mientras los automotores pasan hechos la raya a nuestro lado.

-Es una tradición, es una forma de honrarlos, porque aquí se fue su alma, porque aquí quedo… es también para recodarlos, para no olvidarlos, señala Toño, quien asegura que esta costumbre le viene de su pueblo y de sus ancestros de Nativitas, un pueblo con raíces mazahuas.

Quizá por eso los campos, las carreteras e incluso ahora muchas calles de las ciudades del país, están pobladas de pequeñas crucecitas, cada una marcando y honrando la memoria de las almas que en esos puntos exactos se difuminaron, volaron.

LA MUERTE ACCIDENTADA

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante el 2018 fallecieron 16 mil 35 personas en accidentes ocurridos en vehículos de transporte, lo que representa 2.2% del total de las defunciones registradas en ese año en todo el país.

De estas muertes, el 18% de los decesos, correspondieron a personas de 45 a 59 años de edad; el 16.4%, tenían 60 años o más y el 25.5%, entre 30 y 44 años de edad; sin embargo los jóvenes como Fernando y Arturo, representan el bloque mayor de mexicanos que mueren fatídicamente en accidentes, es decir, que el 32.2% cuentan con entre 15 y 29 años de edad.

Las entidades que reportaron en 2018 las tasas de defunción más altas por accidentes automovilísticos o de de transporte son Zacatecas, Nayarit, Durango y Sinaloa, las cuales son superiores a 20 defunciones por cada 100 000 habitantes.

En contra parte la tasa de defunción por accidentes automovilísticos en el Estado de México, es una de las más bajas a nivel nacional, del 7.8 por cada 100 mil habitantes, similar a la de Baja California, que es del 7.3 y mayor que la de Ciudad de México (CDMX), que es, de hecho, la más baja de todo el país, del 5.6 por cada 100 mil habitantes.

Un informe especial del INEGI, publicado con motivo del Día de Muertos, señala que en los jóvenes de 15 y 29 años los accidentes de transporte a nivel mundial son la primera causa de muerte según la Organización Mundial de la Salud.

En México fallecen un total 41 616 jóvenes y de estos 12.4% son por accidentes de transporte.

En cuanto a las causas vinculadas a dichos fallecimientos destacan los accidentes de motocicleta (20.1%), seguidos por los peatones (13.8%) y los ocupantes de automóvil (13.1 por ciento).

Llama la atención, indica el reporte del INEGI, que en la población de menos de 1 año las defunciones de peatones ocupan la tercera causa (4.4%); para el grupo de 1 a 4 años (32.1%) y los escolares de 5 a 14 años (21.2%) se ubica como la principal causa; lo mismo sucede para la población de 30 a 59 años (22.8%) y la de 60 años o más (40.4 por ciento).

 

Por: Mary Delgado


 

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