La época de abundancia terminó. Ya no hay maletas de dinero, grandes convenios de publicidad, contratos como proveedores, regalos de cumpleaños, sobres amarillos con fajos de billetes, casas, autos, viajes, botellas de cognac y toda clase de privilegios.

Simular que hacían periodismo para que el gobierno simulara que le importaba también terminó.

En el pasado quedarán los más de 80 mil pesos que cobraba López Dóriga por un solo spot de radio de 10 segundos. Mediante tres empresas cobró en el sexenio de Enrique Peña Nieto 200 millones de pesos: López Dóriga Digital S. A. de C. V., Astron Publicidad S. A. de C. V. y Ankla Comunicación S. A. de C. V.

Este es sólo un ejemplo de tantos que sangraron al erario público: dinero tirado a la basura porque no le ayudó a Enrique Peña a mantener la presidencia en manos del PRI y por el contrario, lo mandaron en una caída libre que aún no toca fondo como arrojan las encuestas que no le dan oportunidad de ganar una sola gubernatura este año.

Los ríos caudalosos de dinero que el gobierno federal daba a la prensa ahora se han secado y prometen no volver jamás. La población ahora conoce las fortunas que le pagaban a los empresarios de medios y a sus periodistas y exigen que no vuelva a ocurrir jamás.

¿Qué tienen que hacer los periodistas? ¡Sencillo!, lo que tenían que hacer desde el inicio: periodismo porque es lo que justifica su existencia; no ser voceros del poder, amigos, comparsas o cómplices. Quizá muchos dejen esta actividad y tal vez sea lo mejor porque para hacerlo debe haber vocación de servir y no de servirse.

Por otro lado un meteorito se veía venir desde hace algunos años pero la arrogancia de los “informadores profesionales” hizo que voltearan a otro lado y cuando se dieron cuenta recibieron un fuerte golpe que casi los mandan al desván.

Los informadores ciudadanos o “periodistas alternativos” que crecieron en internet y ocuparon los espacios que antes eran de la prensa. Blogueros, youtubers y twiteros que cubrieron la necesidad de información de la población.

El golpe fue demoledor y mandó a los informadores hasta el fondo en el gusto de la población mientras que otras figuras se elevaban como los nuevos líderes de opinión.

Su dolor no lo han ocultado y no dudan en atacarlos con información falsa en sus espacios de televisión, radio, prensa escrita y sus portales de internet, en una actitud casi suicida porque acentuó el encono de la población contra personajes como Loret, Ricardo Alemán, Ciro Gómez, Joaquín López, Pablo Hiriart, Rivapalacio, Brozo o Pepe Cárdenas, entre otros.

Incluso la misma Aristegui no pudo salvarse del reclamo social porque en varias ocasiones emitieron información falsa, no verificada o imprecisa en una clara afrenta contra los “youtubers” –tal vez por envidia- pero que le costaron fuertes reclamos en redes sociales con su respectivo impacto en el “rating”.

Entonces sin prolongar más estos textos nos volvemos a hacer la pregunta: ¿puede la prensa retomar su objetivo y ser aclamados por la población? La respuesta es Sí - estoy seguro – y sólo basta que quieran hacer periodismo, luchando cada vez más por colocar los temas que le interesan a la gente en fuentes como ciencia, educación, medio ambiente, rurales, negocios, política, espectáculos y por supuesto deportes.

El reto es armonizar este interés social con el empresarial para hacer sostenible la edición de periódicos, noticiarios de tv y radio, además de los portales de internet, entre otros medios novedosos.

Las generaciones de reporteros que se integran a esta actividad cada año deben tener clara la visión de que cumplen una función social que no permite egos o vanidades porque pierde fundamento. Luchen contra las inercias que tienen a esta noble actividad como una de las más desprestigiadas en México… pero que a final de cuentas no podría elegir otra mejor.